Archives of the memory
---by Wolfgang Bongers
En Sans Soleil (1982), Chris Marker ofrece una reflexión profunda sobre la memoria y la forma en que la humanidad ha registrado y evocado su historia, particularmente en la era moderna de la reproducción técnica. A través de la figura de Sandor Krasna, un viajero y filmador, Marker plantea la cuestión de cómo las personas que no capturan imágenes o no graban momentos logran recordar. Krasna, de forma irónica, menciona la Biblia como un ejemplo de memoria literaria que antes de la fotografía y el cine servía para transmitir y preservar los recuerdos. La propuesta de Marker es que la nueva "biblia" en la era moderna es la "cinta eterna", una grabación continua e interminable del tiempo, que nos permite saber que hemos existido a través de la repetición interminable de los momentos grabados.
No obstante, en su ensayo fílmico, Marker no se limita a una visión tecnológica de la memoria. A través de su cámara, captura otros modos de recordar que van más allá de la reproducción técnica, tales como los gestos, las miradas y los rituales de diversas culturas que encuentra en sus viajes por Japón, Cabo Verde, Francia y Guinea Bissau. Para Marker, las imágenes no son solo testigos del pasado, sino que también buscan comunicarse directamente con los sujetos que representan. Al final de la película, estas imágenes se disuelven en la electrónica, convirtiéndose en píxeles en movimiento, un gesto que podría simbolizar la transitoriedad y la impermanencia de la memoria misma.
La dicotomía presentada en el texto entre el saber documentado y archivado, como el que representa la Biblioteca Nacional en Toute la mémoire du monde (1956) de Alain Resnais, y el saber personal, ritual y en constante cambio, se convierte en un eje fundamental para entender cómo se construye y se transmite la memoria colectiva y personal. Marker no solo está interesado en cómo se registran los recuerdos, sino también en cómo se experimentan, se sienten y se reconfiguran a través del tiempo.
El filósofo y crítico literario Wolfgang Bongers cita a Sebald, quien en Austerlitz reflexiona sobre el poder de las imágenes como memoria propia: las fotos de épocas pasadas, al mirar a través del tiempo, parecen "recordar" a las personas que capturaron, creando una especie de relación recíproca entre las imágenes y los sujetos que las observan. Esta idea sugiere una memoria del mundo donde las imágenes, como entidades autónomas, se acuerdan de nosotros, de alguna manera continuando su existencia más allá de su momento de captura.
En última instancia, el ensayo de Marker plantea que la memoria no es solo un acto pasivo de recordar, sino un proceso activo, cargado de significados, afectos e interpretaciones que cambian con el tiempo, los gestos, las experiencias y las culturas. Las imágenes, tanto las tecnológicas como las personales, forman parte de esta vasta red de recuerdos interconectados que, como dice el propio Marker, "se acuerdan de nosotros".
