Mujeres: Adentro y afuera de la caja de cristal

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by Tamara Tenenbaum

La obra Yo no muero, ya no más de Fernando Rubio se presenta como una intensa reflexión sobre las violencias de género, llevadas al escenario de una forma cruda y directa. A través de la metáfora de una "caja de cristal", Rubio no solo crea un espacio físico limitado y vulnerable, sino que también coloca al espectador en una posición incómoda, obligándolo a presenciar lo que en la vida cotidiana suele estar oculto. El escenario, que simula una especie de "casa transparente", actúa como un microcosmos de la vida privada donde las dinámicas de poder y violencia dentro del hogar son expuestas a la vista pública.

El uso de la caja de cristal, como dispositivo escénico, subraya la tensión entre lo visible y lo oculto. En este espacio reducido, se representan situaciones de violencia doméstica, como forcejeos y golpes en vivo, lo que provoca en el espectador una sensación de impotencia. La presencia de la actriz Andrea Nussembaum, embarazada, añade una capa adicional de vulnerabilidad y fragilidad, lo que acentúa aún más la crudeza de las escenas. La representación no solo se limita a lo que ocurre dentro de la caja, sino que se amplía hacia lo que sucede fuera de ella, donde los actores y actrices narran y comentan lo que ven, creando una distorsión entre la acción y la narración. Este contraste resalta la impotencia de la sociedad ante la violencia de género: aunque se visibiliza, no hay una intervención efectiva ni una solución clara.

La obra también cuestiona la complicidad social al mostrar cómo las violencias se naturalizan dentro del espacio doméstico, el cual, a pesar de ser un lugar de supuesta seguridad, es también un sitio donde se desarrollan las tensiones y abusos más terribles. Rubio, al subrayar la impotencia de los actores para intervenir, nos invita a reflexionar sobre cómo, a pesar de estar informados y conscientes de las injusticias que ocurren a nuestro alrededor, a menudo nos sentimos incapaces de actuar frente a ellas.

El vínculo con la actualidad social se intensifica con el contexto político y cultural. La referencia al toque de queda propuesto por la diputada mexicana Ana Miriam Ferraiz refuerza la crítica a la lógica de que las mujeres deben limitar su libertad de movimiento para evitar ser víctimas de violencia. En lugar de cuestionar la causa de la violencia, la propuesta traslada la responsabilidad a las mujeres, un argumento que se vuelve aún más pertinente en el marco de la performance de Rubio, que muestra cómo la violencia no solo ocurre en la calle, sino también en el espacio aparentemente seguro de la casa, en la intimidad.

Finalmente, la intervención de Rubio va más allá de lo que ocurre en el escenario. La instalación de buzones para que las espectadoras depositen de forma anónima testimonios de violencia de género crea un espacio para la denuncia y el diálogo. De esta manera, la obra no solo visibiliza el problema, sino que también ofrece una plataforma para que las voces de las mujeres se escuchen y se compartan, fomentando un espacio de reflexión colectiva sobre las violencias que atraviesan a la sociedad.

Yo no muero, ya no más se presenta como una intervención performática que no solo desafía las convenciones del teatro tradicional, sino que también se erige como una provocación necesaria frente a las violencias de género, cuestionando tanto la pasividad social como las estructuras que permiten que la violencia continúe.