Las miradas dista(i)nte(a)s

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por Horacio Banega

Poner entre paréntesis también puede ser una buena forma de aproximarse a lo real, sobre todo si eso que con apresuramiento llamamos lo real son otros seres humanos, otra gente, otros rostros, otras miradas. Esta muestra nos obliga a poner entre paréntesis varias convicciones que tenemos, y que no sabemos, cuando dejemos los paréntesis fuera de juego, si van a seguir ejerciendo su eficacia en tanto convicciones.

FR es un desestabilizador de la mirada. Mientras que hay comunicadores y artistas de todo tipo que pretenden encontrar y preservar un orden, una estabilidad, cualquiera sea ella (el estilo, la ideología, la vanidad, y esa cosa llamada la propia subjetividad), FR elige el difícil camino de la ambigüedad entre arte y experiencia, ambigüedad que, ya lo sabemos, siempre se resuelve mal.

Unas fotos de rostros tomadas mientras intentan prepararse para responder una de esas preguntas que parecen emerger de un programa de radio o tv evangélico. Nada más que quien pregunta no es un profeta. ¿O sí? El formato elegido emite claramente sus refer-encias múltiples. Desde la serialización que podríamos intentar conectándolo con los autorretratos de la pintura de caballete hasta la misma desaparición del famoso aura del artista en la época de la reproducibilidad técnica, justamente con la fotografía. No hay más artistas, parece decir la muestra.

Ricos, famosos, criminales, policías, pobres, anónimos. FR bordea, expande y extiende los límites de la representación hacia el diseño de técnicas de investigación cualitativa en lo que diremos que constituye, sin más, un trabajo etnográfico de su propia tribu. FR el etnógrafo que se confunde con su objeto de estudio, como Castaneda (FR parece alguien que viene de otra época) (también me pareció ver una foto de él contestando su propia pregunta, pero no me acuerdo bien, quizás fue un error de mi percepción, una ilusión).

“¿Cuál fue tu momento más feliz?” es una pregunta que nos dice algo de lo que pade-cen, sienten y piensan los habitantes de una ciudad. Es un trabajo sincrónico que nos aporta datos empíricos sobre algo que siempre parece quedar afuera de los trabajos de investigación científica. Casi un método documentalista que nos promete nuevas formas de acumulación y acceso a lo que la gente, la gente anónima, piensa sobre la felicidad.

Arte y ciencia social.

Asombra que en las respuestas, con una cierta variabilidad, aparezca en la sombra de su enunciación un rastro de tristeza infinita. Se sabe que la fotografía, sacar fotos, es un intento de escapar de la muerte. Es la confección de un archivo de la memoria familiar.

Se constituye una tradición con las fotos y los relatos.

Si expandimos el trabajo familiar a la constitución de la memoria colectiva, FR nos ofrece otra perspectiva, en la que su trabajo va en la dirección de dicha memoria. FR nos prom-ete que este trabajo va a seguir en el futuro, auto-reproduciéndose. La imagen fotográfi-ca ya es un elemento de la historiografía, y FR es uno de nuestros archivistas más preparados. FR el archivista. No toleramos la (...) pero sí la (...) (....) (....) quizás ya (...) apenas vivimos lo suficiente como para (....) Multiplíquense estos trabajos, porque de ellos saldrá el futuro. Gracias FR.



Nota post-scriptum: “el habla habla”, y hay que hacerse responsable de lo que adviene en la escritura. Un acto fallido escritural, eso es lo que me comenta FR que yo hice, luego de que le enviara este escrito, ya que la pregunta correcta, esto es, la que parece que efectivamente el fotógrafo realizó, reza así: “¿Qué es lo más bello que hiciste en tu
vida?” Un desplazamiento desde la belleza hacia la felicidad es lo que me evocó el falli-do. Pero también: en la memoria del presente se puede re-preguntar al fotógrafo y al fotografiado. Esto no es posible en la memoria del pasado. ¿Y si toda la historiografía fuera un gran acto fallido? A partir de estas perplejidades es que decidí no borrar mi fallido.

Horacio Banega. Lic.Filosofía, Mg en Sociología. Becario Doctoral Antorchas.